Ya sabes
que siempre estuve cómoda entre escombros.
Que nunca me molestó estar rodeada de cascotes,
ni mancharme la cara de polvo.
Que el ruido de las explosiones era el cantar de los pájaros
y que las sirenas en las calles
eran la banda sonora de esta historia.
Cada día, y sobretodo, cada noche
suponía un nuevo derrumbamiento.
Soy una mujer en ruinas,
dispuesta a matarme un poco más.
Elige por mi un barrio de Madrid
para hacerlo esta noche.
Ayúdame a tensar la cuerda,
que cada uno tire de un extremo;
a ver si hoy se rompe.
Me he dado cuenta de que todo el dinero que gano
lo invierto en tabaco y alcohol.
He pensado en decirte que te quiero,
pero no puedo.
He necesitado el cariño de un abrazo
y un hombro inundado por mis pestañas rotas.
Pero el tiempo es una barrera de almas frágiles.
Ya no siento el hambre de Cupido.
Progresivo, y nunca para |