jueves, 2 de marzo de 2017

Mujer Agua


Me siento mar.
Me siento río.
Me siento cauce fuerte
arrancando árboles
aposentados sobre mis faldas.
Porque soy montaña.

Madre tierra,
que hace emerger las aguas.
Mujer manantial eterno.
Hogar de fuego indómito.
Discípula de la Luna.

Me siento mar.
Me siento río.
Caudal de entrañas ilusiones.
Hirviente, burbujeante.
Vapor del tiempo,
que heredó de las abuelas.
Porque soy volcán.
Porque soy géiser.

Te quiero empapar la cara y el cuerpo
de esta esencia que es poder.
Moja sus pestañas,
¡Mójalas!

Soy mujer húmeda,
porque soy mar,
porque soy río.

Toda una vida intentando secarnos.
Soy todas las mujeres.
Y hoy soy más agua que nunca.


Marruecos


La música del cobre


Todos los días nos miramos
en una esquina de Madrid.
A los dos nos espera una mañana de trabajo,
pero trabajos tan diferentes...

Siempre escucho el tintineo del cobre
y le miro.
A veces hago sonar ese instrumento.
Pero no tanto como debería.

Siempre me mira
y me pierdo en el fondo de esos ojos azules.
Espejos de mi suerte,
escondidos entre una maraña canosa,
que el ácido de las lágrimas
ha tornado amarillenta.
Sonríe sin mostrar los dientes que no tiene
y su sinceridad parece decir:
"Este mundo es horrible.
Pero lo mejor que me ha pasado 
es estar vivo".

¿Cuáles serán sus bosques?
Donde aprendió a montar en bicicleta.
¿Qué grava magulló sus rodillas?
¿En qué abrazo apagó sus llantos?
En los de quien le dio la vida.

Cuando su sonrisa no mostraba sus horrores.
Conoció el amor.
O rió de alegría.

Lo que menos importa
es como lo perdió todo,
o si es que lo tuvo.

Y ahora me sonríe a mi.
Sabiendo que con un gesto
puede enseñarme más que cualquier escuela.

Escribo sin saber de lo que hablo.
Siempre hablando de 'los otros' desde arriba.
Y a penas me detesto...

A veces me siento culpable por la felicidad.
Y siempre,
terriblemente culpable por el dolor.
Nosotros que lo tenemos todo,
y solo lloramos.

Ninguno lo pedimos así.
Pero aquí estamos.
Yo de pie,
y él sentado sobre el suelo
Nos miramos.
Y él sonríe.

Unidos por una línea diagonal.
Durante el breve tiempo que se escucha,
la música del cobre.



Fotografía de Andrés Palacios

Monstruos en el armario


Ahora que me he recubierto de ti,
que has empapado mi cuerpo,
como una capa impermeable.
Se me resbale la muerte,
cuidando mi vida.
Lléname los pulmones
de besos y espigas.
Ponme tu ropa
para impregnarme.

       "¡Ámame joder!"

Te diría que me hicieras tuya,
pero no hagas nada.
Me hago mía.
Me comparto.

A veces recuerdo tus monstruos.
Los que pintabas por las noches.
Mientras dormías.
Los que te cortaban el alma en dos mitades.
Haciendo con ella los ecos,
que quedan de ti.

       "Oye, dame un poco de eso"

Te quiero tanto
que me da miedo no quererte.

       "Jódeme ya"

Me deshace su memoria,
me quiebra el pecho.


A veces recuerdo tus monstruos.
Para olvidar que existen los míos.



Fotografía de Andrés Palacios

¿Cuántos poetas hacen falta para cambiar una bombilla?


"El arte es el único espacio
que nos queda para la libertad"
Ángel González


Iba a enumerarlos
pero son tantos los ejemplos
de arte encasillado,
amordazado,
burlado...
que este poema no acabaría nunca.

Sino sabéis abrir los ojos,
no lo hagáis.

Por favor,
expulsadnos de vuestros salones
quemad los manuscritos,
prohibidnos tocar,
(aunque no haya partituras que romper)
abusad de nuestros cuerpos inertes,
mutilad vuestras mentes,
como hacéis tan bien ...

Pero por favor,
por favor...

Llamadme degenerada
¡Llamadme degenerada!
¡Llamadnos degenerados!

La historia 
           está en vuestra contra.


Mirar a contraluz