Fueron 33 las veces que me pusieron
un cubo de rubik en las manos
y mirando a mis ojos de niña,
me retaron a completarlo.
Así aprendí a barajar los colores
y darle vueltas a sus piezas
de sociedad cuadriculada.
Fueron 33 las veces que me pusieron
una aguja en la mano derecha,
me arrancaron los botones sueltos,
tiraron de cada dobladillo mal remendado
y me animaron a repetir y mejorar.
Fueron 33 las veces que me dispararon disparates
y falsas ideas.
Y fue la 34 cuando me levanté
dispuesta a pasear al despacho del director
la 35, la 36 y las que hiciera falta.
Soy de letras pero cuantifico mi vida en números,
como todos.
Y solo hay una razón
por la que al volver a casa andando de madrugada
levante tanto la cabeza
al oíros decir "¿A dónde vas tan sola?"
Y es que un día seremos tantas
que no habrá piropos para todas.
Seremos tantas que no tendremos miedo.
Seremos tantas que nadie dirá nada,
y si alguien se atreve,
seremos tantas,
que en lugar de esta prudencia incoherente,
no solo levantaré la cabeza,
sino que me daré media vuelta para decir:
"A donde me da la puta gana, gilipollas"
Vivimos la vida en números que suman
y nombres que restan...
Pero es que un día seremos tantas
que no nos podrán contar.
PERO ES QUE UN DÍA SEREMOS TANTAS QUE.
Calle San Andrés una noche cualquiera, una chica cualquiera. |
Fotografía de Andrés Palacios