Este es el fenómeno de la fruta prohibida.
Dime de qué manzana no quieres que coma,
que saltaré todos los gusanos,
reptaré todos los matojos de mi conciencia
y escalaré las cimas de los árboles más altos,
subiéndome sus copas
y algún chupito de tequila.
No se cómo lo hicimos,
no hubo presentación, ni fraude.
Pero acabamos volviéndonos locos cada noche,
y descubriendo cómo 'pensar antes de actuar'
era solo un símbolo de cobardía.
Que tendrá esta noche en Malasaña.
Será el bourbon
o la amnesia,
que nos hace portarnos mal,
o subir en ascensor al cielo,
o perdernos en un bosque
para recoger las mejores piñas
con las que encender la chimenea,
y calentarnos hasta ardernos
e incendiar las sábanas y las calles
y que el fuego acabe con todo.
Con cualquier pensamiento inoportuno.
Con cualquier preocupación estúpida.
Qué suerte que seamos imposibles e inflamables,
y que los hilos que nos tensan
se aflojen o se vuelvan tirantes al placer,
siempre que nosotros queramos.
Y qué suerte que la fuerza de cada mirada
se volviera terriblemente vertiginosa,
para darnos cuenta de que seguíamos las mismas reglas,
dictadas por mis manos en tu espalda
y las tuyas en mi cuello,
con la única directriz de seguirnos bebiendo
para acabar preguntándonos: "¿Y qué?"
¿Y qué?
¿Y qué? Si mi sangre entremezclándose con tu semen
era una de las cosas más bonitas que había visto nunca.
Combustiones externas |
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