miércoles, 24 de febrero de 2016
Liberación de palabras vacias
Te perdono.
He venido a casa corriendo solo para vomitar aquí esas dos palabras.
Palabras que se me escapaban de boca para luchar por el libre albedrío,
que se supone, iban a conseguir tras la emancipación de cada letra.
La osadía me ha hecho escribirlas como si el hacerlo significase que son reales.
Pero solo tras su excarcelación,
me he dado cuenta de que da igual.
Que no importa una mierda si te perdono,
o si te sigo odiando un tiempo más.
Porque antes tengo
que perdonarme a mi misma.
Y no hay forma de que me perdone
la extrema tolerancia sin cabeza,
la fuerza de voluntad para callar
y todas las veces que me he tragado mis palabras y he puesto
la otra mejilla.
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