lunes, 13 de noviembre de 2017

Estudio de la soledad nocturna estival


Le robé su caparazón a las tortugas
y lo forje con láminas de cobre y plata
y lo recubrí de alambre y espino.

Construí mis propias hedes
para que habitaran las abejas
y cocinaran mis mieles.

Y esta coraza la hice casa,
acompañada de una expresión altiva
por sentirme tan pequeña.

Y fue mi armadura de guerra
en las calles de esta ciudad
y las noches de verano.

Tengo moratones en las piernas
de caerme o que me tiren,
y miradas clavadas en mi sombra
para hacerme salir corriendo.

Somos pequeños acomodados incomodos
para nosotros mismos.
Implorando derechos
en la tierra de las libertades.

Con lo difícil que es no sentirse gigante
mientras aplastas a otros.
Tuve que encontrarme a una hormiga
caminando por mi tripa,
buscando un hogar en mi ombligo.

Quise protegerla,
y me di cuenta de que no era más grande que ella...
¿Quién era yo
para hablarle a una hormiga de exoesqueletos?


Pau, France



Diosas de las bestias salvajes


Hay quien pensaba que eran aquellas
capaces de hablar con los animales.
Susurrándoles palabras al oído,
mirando fijamente sus ojos.

Pero se equivocaban.
La realidad es que eran diosas de las bestias salvajes
porque las llevaban a todas por dentro.

Todas las criaturas indómitas.
Todas a las que llamaron sirenas y arpías.
Todas las esfinges mitológicas
y seres de cuento
que se tornan reales cuando los sientes dentro de ti,
cuando nacen, crecen y lloran en tu seno.

Me di cuenta
al sentir como se escapaban de mi vagina
todas las yeguas salvajes
que habitaban en mi interior
y galopaban
tirando de mi.

Me declaro la Artemisa de mi misma.
Mi propia diosa de todas mis bestias salvajes.

Las que anidan en mi pelo
y echan a volar cuando maduran las ideas.
Despegando con cabellos enredados a las garras,
para alzarme con ellas.

La rabia de mil manadas de ciervas hermanas,
que sí tienen astas,
con las que enfrentarse
a mil manadas de monstruos
y nunca embestirse entre ellas.
Todas caminan juntas.

Todas las diosas de las bestias salvajes
tienen en su interior
un millón de criaturas marinas
que las hacen ser de agua cuando quieren.
Todas las huellas del bosque
y los aleteos más lejanos.
Crepitante energía animal,
aunque estén tranquilas.

Las diosas de las bestias salvajes
son todas aquellas que las llevan dentro.
Y que saben,
que no se las puede domar.





Fotografía de Javier Atienza

jueves, 2 de marzo de 2017

Mujer Agua


Me siento mar.
Me siento río.
Me siento cauce fuerte
arrancando árboles
aposentados sobre mis faldas.
Porque soy montaña.

Madre tierra,
que hace emerger las aguas.
Mujer manantial eterno.
Hogar de fuego indómito.
Discípula de la Luna.

Me siento mar.
Me siento río.
Caudal de entrañas ilusiones.
Hirviente, burbujeante.
Vapor del tiempo,
que heredó de las abuelas.
Porque soy volcán.
Porque soy géiser.

Te quiero empapar la cara y el cuerpo
de esta esencia que es poder.
Moja sus pestañas,
¡Mójalas!

Soy mujer húmeda,
porque soy mar,
porque soy río.

Toda una vida intentando secarnos.
Soy todas las mujeres.
Y hoy soy más agua que nunca.


Marruecos


La música del cobre


Todos los días nos miramos
en una esquina de Madrid.
A los dos nos espera una mañana de trabajo,
pero trabajos tan diferentes...

Siempre escucho el tintineo del cobre
y le miro.
A veces hago sonar ese instrumento.
Pero no tanto como debería.

Siempre me mira
y me pierdo en el fondo de esos ojos azules.
Espejos de mi suerte,
escondidos entre una maraña canosa,
que el ácido de las lágrimas
ha tornado amarillenta.
Sonríe sin mostrar los dientes que no tiene
y su sinceridad parece decir:
"Este mundo es horrible.
Pero lo mejor que me ha pasado 
es estar vivo".

¿Cuáles serán sus bosques?
Donde aprendió a montar en bicicleta.
¿Qué grava magulló sus rodillas?
¿En qué abrazo apagó sus llantos?
En los de quien le dio la vida.

Cuando su sonrisa no mostraba sus horrores.
Conoció el amor.
O rió de alegría.

Lo que menos importa
es como lo perdió todo,
o si es que lo tuvo.

Y ahora me sonríe a mi.
Sabiendo que con un gesto
puede enseñarme más que cualquier escuela.

Escribo sin saber de lo que hablo.
Siempre hablando de 'los otros' desde arriba.
Y a penas me detesto...

A veces me siento culpable por la felicidad.
Y siempre,
terriblemente culpable por el dolor.
Nosotros que lo tenemos todo,
y solo lloramos.

Ninguno lo pedimos así.
Pero aquí estamos.
Yo de pie,
y él sentado sobre el suelo
Nos miramos.
Y él sonríe.

Unidos por una línea diagonal.
Durante el breve tiempo que se escucha,
la música del cobre.



Fotografía de Andrés Palacios

Monstruos en el armario


Ahora que me he recubierto de ti,
que has empapado mi cuerpo,
como una capa impermeable.
Se me resbale la muerte,
cuidando mi vida.
Lléname los pulmones
de besos y espigas.
Ponme tu ropa
para impregnarme.

       "¡Ámame joder!"

Te diría que me hicieras tuya,
pero no hagas nada.
Me hago mía.
Me comparto.

A veces recuerdo tus monstruos.
Los que pintabas por las noches.
Mientras dormías.
Los que te cortaban el alma en dos mitades.
Haciendo con ella los ecos,
que quedan de ti.

       "Oye, dame un poco de eso"

Te quiero tanto
que me da miedo no quererte.

       "Jódeme ya"

Me deshace su memoria,
me quiebra el pecho.


A veces recuerdo tus monstruos.
Para olvidar que existen los míos.



Fotografía de Andrés Palacios

¿Cuántos poetas hacen falta para cambiar una bombilla?


"El arte es el único espacio
que nos queda para la libertad"
Ángel González


Iba a enumerarlos
pero son tantos los ejemplos
de arte encasillado,
amordazado,
burlado...
que este poema no acabaría nunca.

Sino sabéis abrir los ojos,
no lo hagáis.

Por favor,
expulsadnos de vuestros salones
quemad los manuscritos,
prohibidnos tocar,
(aunque no haya partituras que romper)
abusad de nuestros cuerpos inertes,
mutilad vuestras mentes,
como hacéis tan bien ...

Pero por favor,
por favor...

Llamadme degenerada
¡Llamadme degenerada!
¡Llamadnos degenerados!

La historia 
           está en vuestra contra.


Mirar a contraluz

martes, 3 de enero de 2017

DÍAS DE 25H


Se paró el reloj a las 00:15.

Hacemos lo imposible,
porque nos encanta complicarnos la vida.

Cuando tú me dijiste:
"Vamos a crear una hora más esta noche"
De la nada.
Fabriquemos 60 minutos solo para nosotros.
Despegando del suelo.
Sin poder despegarnos.
Fundiéndonos la piel
sobre el segundero de este reloj.

Formando un lienzo inacabado,
una masa de arcilla,
que va tomando forma.
Sin completarnos.
Sin ser propiedad ajena. Sólo tú y yo.
Como dos copos de nieve.
Únicos.
Cayendo juntos en enero.
Derritiéndonos el uno sobre el otro.

Escuché por ahí,
que el amor vuelve a estar de moda.
Otra vez.




Fotografía de Andrés Palacios

Presencias ausentes


A Cris

El mundo onírico del papel y la tinta,
del objetivo,
como lente que separa
la realidad, de los sueños.
Obligándolos a estar juntos
y a caminar de la mano por estas paredes.
Porque...
de qué sirven las puertas
que nos empeñamos en construir,
cuando ya no separan cosas distintas.
Y respondemos,
con la excusa de poder cerrarlas,
para después,
tener que abrir todas las ventanas
buscando el aire que nos falta.

No sabemos dónde estamos,
y yo me pregunto
qué es lo que reflejan los espejos
cuando nadie los mira.
Porque siempre que intento averiguarlo
acabo por sorprenderme a mi misma,
con cara de idiota.

Estáis ante la poesía de la ruina.
El atractivo hermético de lo pintoresco.
Las ganas de comprender cada pasado
que nos han obligado a olvidar.

El batir de alas de una mariposa.
Un asesinato,
a cambio de un poco de polvo de hadas.
(29 de noviembre, 2016)


Subsuelo onírico

Fotografía de Cristina Indurria

Desobediencia por que sí


La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad.
Los obedientes deben ser esclavos.
H. D. Thoreau

Que no lo voy a hacer
que no me da la gana.
Que no me exijas ni me ordenes,
que apartes tus manazas de mi alma
y vuelvas por donde llegaste.

Puedes perseguirme,
porque ya he firmado toda una vida corriendo
Puedes atraparme,
que volveré a zafarme las veces que haga falta.

Ya no me creo eso de que valemos menos.
Ya no me creo tus normas, 
ni los sueños que me vendes.
¡Que no existen! ¡Que son mentira!
Llama a otra puerta con tu enciclopedias.
Yo ya he escrito las mías.

Y parece que ataca desde arriba,
pero es que está por todas partes
y también hace barricada
y está a tu lado en las trincheras.
Que la dejas pasar,
y va de explosivos hasta el cuello.
Sabe hablar muy bien,
y no sabes cómo come las bocas.
Y el problema es que nos gusta. 
Nos pone a cien y cuando te das cuenta,
estás hasta arriba de sistema.
Y va a apretar hasta que no respires si puede. 

Que no, que no lo voy a hacer,
que no quiero. 
Porque se esfumaron los cuentos
que narraban las abuelas.
Y salieron volando los pájaros
que me metieron en la cabeza,
espantados...
Al ver tantas casas vacías.
Al ver tantas urnas llenas.

Estoy segura de que el tabaco 
nunca ennegrecerá mis pulmones tanto
como lo está vuestro corazón
de humo y alquitrán.
Incluso los de los no fumadores.

Después de todo,
no estábamos tan equivocados de pequeños,
jugando a polis y cacos.
Aunque nos confundiéramos de bando. 

A Sístema, con amor.
(20 de Octubre, 2016)



Ciudadanos